Conclusiones

Conclusiones


1. En este trabajo estudiamos la representación de las culturas sexuales del México prehispánico en la obra histórica de un grupo de frailes franciscanos y dominicos del siglo XVI, cuyos textos son las fuentes documentales más importantes para analizar la cultura sexual prehispánica. En cualquier caso, sus investigaciones y comentarios han sido decisivos para los estudiosos de épocas posteriores, incluyendo los historiadores de nuestro siglo. Por eso, nos ha parecido importante examinar de nuevo los contenidos y finalidades de la investigación de los religiosos en relación con el campo de lo sexual.

Los frailes historiadores construyeron y difundieron un conjunto discursivo acerca de la vida sexual indígena porque esto era necesario para apuntalar su empresa evangelizadora.

Según este discurso, los pueblos del México prehispánico o al menos sus estratos más civilizados eran gobernados bajo normas y costumbres que promovían valores de templanza y “honestidad carnal”, a pesar de faltarles la luz del dios verdadero. Los frailes elogiaron a los señoríos indígenas gentiles, a sus instituciones educativas y normas legales; defendieron la calidad de sus costumbres matrimoniales; compararon ventajosamente los sistemas religiosos indianos, en relación con otros pueblos gentiles de la Antigüedad. El discurso de los frailes sostenía, además, que la virtud de las costumbres indianas "en tiempos de su gentilidad" había sucumbido tras la conquista española, produciéndose luego una degradación moral, agudizada por el contagio de las peores costumbres de la sociedad europea.

El discurso de los frailes historiadores sostenía que los gobiernos indígenas gentiles (al menos los más pulidos y civilizados) habían promovido la abstinencia sexual premarital, la penalización del adulterio, el respeto a los incestos naturales, el desprecio y castigo a la sodomía, la segregación de las prostitutas, la división entre esposas y mancebas, la obediencia de las mujeres, la castidad de sacerdotes y monjas, el fervor religioso a sus dioses gentiles, y la costumbre de mortificar los cuerpos y practicar abstinencias sexuales, entre otros aspectos. En conjunto, el discurso de los frailes proyecta la imagen de unas sociedades que, en lo fundamental (y con la excepción de la poligamia), se regían por valores y normas sexuales cercanas a las de una cultura cristiana. En algunos momentos, los frailes sugirieron que los indios eran un ejemplo, incluso para los españoles.


2. En este trabajo hemos examinado algunas de las circunstancias históricas que condicionaron la producción discursiva de los religiosos. En principio, debemos considerar que los conceptos y valores de la sociedad y la Iglesia españolas del siglo XVI marcaron la obra. La importancia que adoptó el tema de la sodomía indiana, por ejemplo, correspondió a las obsesiones sexuales que acompañaron los últimos siglos del Medioevo; en cambio, pecados contranatura semejantes, como la masturbación, casi no recibieron atención, pues no eran problemas candente para la mentalidad europea del siglo XVI.

Debemos considerar con especial cuidado los conceptos y valores del clero regular reformado y observante, representado en la Nueva España por los frailes historiadores. Para describir el campo de lo sexual, los religiosos utilizaron conceptos que, en sí mismos, repudiaban lo que denominaban: carnalidad, lujuria, lascivia o torpes amores. Para los religiosos era inconcebible tratar el deseo, el placer y las prácticas sexuales sin condenarlas a la vez. De este modo, como punto de partida, se envolvía al sexo en una atmósfera de sospecha, peligro, suciedad y pecado. Esto tuvo, sin duda, consecuencias definitivas para la investigación. El ascetismo de los frailes, por ejemplo, se impuso sobre los textos, produciendo censuras y silencios. Además, la moral de los frailes seguramente repercutió al momento de seleccionar los informantes y colaboradores indígenas, así como en la prudencia y reserva que éstos debieron mantener en sus comentarios y actividades.

La investigación de los frailes sobre la vida sexual indígena fue una pieza importante para fundamentar el proyecto del clero regular de construir, en la Nueva España, una Iglesia indiana que estuviese regida por el ascetismo y la pobreza, valores defendidos por el ala observante y reformada del clero español. El proyecto suponía una crítica de la Iglesia y la sociedad "del siglo" y la necesidad de defender la calidad intelectual y moral de las sociedades indígenas gentiles, pues sobre ellas se construía la nueva iglesia. La defensa de la moral sexual indígena estuvo, entonces, en el centro de la argumentación.

Por otro lado, la investigación sobre la vida sexual prehispánica era necesaria para ajustar las tácticas de evangelización, es decir, encontrar los caminos más viables para asimilar lo mejor de la tradición cultural indígena a la vez que mantener la pureza de los principios católicos. La importancia de construir conceptos y valores que fuesen significativos para los pueblos nativos llevó a los religiosos a la búsqueda de los puntos de contacto entre sus propios valores y los de las culturas indígenas. Los frailes querían descubrir, subrayar y difundir los rasgos de las instituciones gentiles que consideraban positivos, en especial de las educativas y matrimoniales.

Por esto, los frailes historiadores decidieron explícitamente orientar su investigación de una manera selectiva hacia los grupos étnicos y sociales que consideraban más pulidos y civilizados, es decir, próximos a la mentalidad europea y aptos para el proyecto de evangelización. Así, la investigación de los frailes se dirigió de manera privilegiada hacia las élites de la nobleza náhuatl, principalmente la mexica, texcocana y tlaxcalteca. Son las costumbres y valores de estos grupos los que más destacaron en los textos históricos de los religiosos.


3. En este trabajo, hemos examinado los textos de los frailes historiadores partiendo del hecho de que su investigación rebasó notablemente su discurso sexual. Es decir, que sus obras se proponían objetivos históricos, lingüísticos y doctrinales mucho más vastos que la mera defensa de la templanza indígena. Sobresalen, como sabemos, los trabajos de Durán y, principalmente, la obra bilingüe de Sahagún. Notamos entonces que no hay congruencia entre el discurso explícito de los frailes sobre la vida sexual indígena y el conjunto de elementos que sobre esta vida son expuestos, a veces de manera tangencial, al abordar los más diversos campos de la lengua, la historia, la religión, la medicina, y la naturaleza mexicana. Estos elementos, mostrados de manera más o menos explícita nos han permitido realizar un análisis crítico del discurso sexual de los religiosos.

A final de cuentas, aunque los frailes subordinaron su visión de la vida sexual indígena a su proyecto evangelizador, sus propias obras nos dieron las herramientas para ver más allá de esta intención ideológica. Como hoy sabemos, la intención de un autor, por más programática y rígida que sea, nunca agota ni abarca todas las posibilidades de lectura de su obra.

Además, nuestra crítica del discurso sexual de los frailes se apoyó en un cuerpo de documentos adicionales, algunos ligados tangencialmente a los frailes, y otros producidos por autores pertenecientes a distintos sectores sociales y políticos de las sociedades española y novohispana del siglo XVI y principios del XVII. Algunos de estos textos son fundamentales para el estudio de la cultura sexual del México prehispánico y merecen un análisis crítico profundo.1


4. En este trabajo hemos esbozado algunos aspectos de las culturas sexuales prehispánicas que nos parecen divergentes de la imagen creada por el discurso de los frailes historiadores. Se trata de aspectos aislados, de algunas prácticas, relaciones, personajes y representaciones que no constituyen la totalidad de las culturas sexuales prehispánicas; son aspectos subrayados intencionalmente en nuestro trabajo y que, en sí mismos, no pueden considerarse como la base de la reconstrucción de la cultura sexual de los pueblos del centro de Mesoamérica. No obstante, estos aspectos no deben ignorarse al momento de reconstruir o caracterizar la cultura sexual del México prehispánico. Y estos aspectos sugieren una cultura sexual distinta a la construida por las necesidades discursivas de los frailes historiadores.

Quizás el aspecto más relevante sea que las sociedades del México prehispánico rendían culto al erotismo, a diferencia de la tradición cristiana. En las culturas indígenas se consideraba que los deseos sexuales eran un producto divino, una emanación producida por distintas deidades que viajan al mundo humano e incitan los deseos sexuales de mujeres y hombres. En estas sociedades se invocaba a los dioses del erotismo para promover, conjurar o manipular los deseos sexuales de la gente, usando técnicas diversas; se pedía a las deidades el perdón de los excesos y transgresiones sexuales, propiciados por estas mismas deidades. Asimismo, en el mundo prehispánico se rendía culto a las deidades del erotismo con diversas clases de sacrificios y abstinencias, (como señalan los frailes), pero también con otras formas de actividad sexual, como representaciones sexuales (hierogamias), danzas entre guerreros y prostitutas, y fiestas nocturnas acompañadas de bailes, consumo de pulque y, probablemente, de formas más íntimas de contacto sexual y corporal.

En las sociedades prehispánicas, los ciclos temporales eran una dimensión fundamental. Había tiempos para que los dioses del erotismo actuaran sobre el mundo de los humanos, y tiempos en que no lo hacían. En algunas celebraciones religiosas (como en las fiestas de la Diosa Madre) había momentos rituales para potenciar las fuerzas genésicas y sexuales, y momentos para conjurarlas. Quizás esta dimensión cíclica del tiempo se expresara también en el oficio de los sacerdotes. Los frailes historiadores indicaron, con razón, que la castidad era atributo de los "ministros de los ídolos". No obstante, es probable que la actividad sexual de estos sacerdotes siguiera un ritmo entre tiempos de actividad y tiempos de abstinencia sexual.

En algunas fiestas religiosas importantes del México prehispánico se organizaban danzas rituales con base en la polaridad genérica simbolizada entre señores y guerreros, por un lado, y prostitutas y sacerdotisas, por el otro. Esta polaridad se manifestaba socialmente en el derecho que tenían soldados destacados y hombres de la nobleza de mantener relaciones con las jóvenes de los templo escuelas del telpochcalli y con prostitutas. Al menos algunas de estas jóvenes eran cedidas a hombres de la nobleza, a cambio de ciertos pagos para las sacerdotisas dirigentes. Así, la división entre monjas y prostitutas (señalada por los frailes) no era tan nítida.

Las actividades sexuales en los templo escuelas del telpochcalli indican que las relaciones premaritales eran una práctica común, al menos en grupos de la población macehual. La poligamia permitía a los hombres nobles pipiltin disponer de un grupo de mujeres, algunas como esposas y otras como mujeres secundarias (o mancebas, según los frailes historiadores) que se podían convertir en servidoras o amantes, o entregadas, a su vez, como recompensa para cierto soldado o señor. ¿Qué significado tendría el matrimonio para este grupo de mujeres que podía ser tributada, intercambiada o incluso heredada? Todo apunta a relativizar el sentido de la unión marital. Por lo demás, los mismos evangelizadores reconocieron la costumbre de la población macehual de unirse sin ceremonias maritales, así como de la facilidad con que estos lazos se disolvían.

La vida cotidiana en los templo escuelas daba lugar a vínculos estrechos entre jóvenes del mismo sexo. Por otro lado, en áreas culturales vecinas a Mesoamérica existían hombres berdaches que asumían un tercer género, con características masculinas y femeninas y que establecían relaciones maritales y sexuales con hombres. Es probable que en el México prehispánico existiesen costumbres análogas, asumidas con una actitud moral ambigua que podría variar de un pueblo a otro pero que, no obstante, no proscribiera las relaciones de guerreros mayores o señores con jóvenes varones.

En cualquier caso, quizás el rasgo más importante que debemos considerar al interpretar la cultura sexual prehispánica es la diversidad étnica y social y la existencia de subculturas sexuales. La moral ascética representada por el calmécac no parece similar, por ejemplo, al ambiente cortesano del grupo dedicado a la música, la danza y el entretenimiento, y que quizás pudiéramos asociar con algunas de los centros conocidos como cuicacalli (casa del canto). Las división entre nobles y macehuales se correspondía con costumbres sexuales y maritales diferentes, tanto en hombres como en mujeres. El contraste entre las formas de vida rural y urbana también darían lugar a diversidades. Finalmente, las diferencias entre grupos étnicos se expresaron en subculturas sexuales, por ejemplo entre huaxtecos, otomíes y nahuas.


5. Un trabajo de reconstrucción de las culturas sexuales del México prehispánico requiere el uso de un conjunto amplio de fuentes disponibles. Es necesario contrastar las fuentes documentales con las arqueológicas y pictóricas para analizar, por ejemplo, el arte erótico, que supuestamente sería mínimo en la tradición mesoamericana, al menos en comparación con pueblos del Nuevo Mundo como los moche andinos. Es necesario cotejar con fuentes etnográficas y reconstruir el proceso histórico que va de la época prehispánica al México contemporáneo. En necesario analizar las fuentes lingüísticas y reconstruir los conceptos sexuales indígenas. Asimismo, las fuentes documentales mismas requieren un análisis más complejo. En este trabajo examinamos la obra de los frailes historiadores; no obstante, hemos recurrido a un conjunto de documentos elaborados por otros autores (muchas veces desconocidos) procedentes de distintos grupos sociales y políticos de España y Nueva España del siglo XVI y XVII. Ellos incluyen mestizos de ascendencia indígena, funcionarios del Virreinato y religiosos del clero secular, entre otros. En este trabajo nos hemos conformado con situar a los frailes historiadores en el contexto cultural de su tiempo, es decir, analizar una de las subculturas sexuales de la España renacentista. En cambio, la interpretación adecuada del conjunto amplio de fuentes documentales, requerirá, sin duda, de un análisis de las diversas aristas de la cultura sexual de las sociedades española y novohispana del siglo XVI. La sexualidad mesoamericana, en suma, sigue siendo un campo por investigar.


Notas

1 Sobre estos documentos, ver el apéndice.